A las grullas también les gusta pasar el invierno en el norte de Extremadura y verlas volar en grupo y en forma de V mientras emiten su característico trompeteo es todo un espectáculo para el que cuatro son los sitios clave a los que debe dirigirse el público no iniciado. ¿Cuándo? En octubre empiezan a llegar, ya de forma masiva en noviembre y en diciembre y enero se alcanzan los máximos.
¿Dónde? Con la ayuda de Javier Prieta, toda una autoridad en la materia, estos son los cuatro lugares a tener en cuenta para hacer una escapada a ver grullas en el norte de Extremadura. Una alternativa con niños, en grupo o individual que merece la pena.
EL BORBOLLÓN, EL ENCLAVE MÁS TURÍSTICO
Al ser relativamente pequeño el embalse con sede en Santibáñez El Alto, la entrada de las grullas suele estar más concentrada en un punto, lo que facilita la visión a simple vista cuando al caer la tarde vuelan a su dormidero. Al oeste de la presa hay una pequeña zona de aparcamiento con cipreses desde donde es aconsejable apostarse para verlas llegar y si es con prismáticos, no se perderá detalles. Para contemplarlas comiendo, las zonas más bonitas son las dehesas al sur del pantano.
El propio Prieta lo señala como el lugar más turístico y, de hecho, recientemente ha sido sede de las III Jornadas Ornitológicas Moraleja Vuela, que incluyó una gran “quedada” popular gratuita con guías: Quedada para ver grullas en el Borbollón El año pasado se llegaron a contar 6.000 grullas solo por este sector del Alagón, enclavado en las inmediaciones de la sierra de Gata y Las Hurdes.
EL EMBALSE DE GABRIEL Y GALÁN, EL SITIO IDÍLICO
Si se le suma la nieve de Gredos al fondo, la entrada de las grullas al pantano perteneciente a Guijo de Granadilla ofrece una visión aún más hermosa. Eso sí, dadas las grandes dimensiones del pantano, la entrada ocurre en un frente mucho más amplio que incluso varía según las zonas donde se alimenten por lo que hay que estar más pendientes y a veces se ven grullas, pero más alejadas.
Las zonas para apostarse con mejores accesos en esta zona también del Alagón son la propia presa, junto al poblado, y desde el Anillo por una pista asfaltada, pero que sean las más accesibles no quiere decir que sean desde donde más se ven. Comiendo se las puede observar en las dehesas de Zarza de Granadilla, Cáparra y Oliva de Plasencia. En este sector se habla de más de 2.200 grullas.
EL PUENTE DE LA BAZAGONA, “MÁS ÍNTIMO”
En la carretera de acceso al Parque Nacional de Monfragüe desde la autovía EX-A1, en el puente de La Bazagona, no será tan espectacular la visión porque el dormidero suele estar muy cerca del río Tiétar y el vuelo es corto, pero también se ven por miles. Allí duermen entre 500 y 3.500 al fin y al cabo, pero eso sí repartidas según el nivel del agua. Aquí es aconsejable prestar atención a los rastrojos de maíz.
Este es uno de los dos puntos preferidos por las grullas en el llamado sector del Tiétar (Navalmoral lo suelen llamar los técnicos) , el cual se extiende hacia Toledo en el embalse de Rosarito.
EMBALSE DE VALDECAÑAS, MUCHOS FRENTES
Otra de las zonas del Tiétar clave en la observación de las grullas es este embalse en el entorno de Peraleda de la Mata dado que aquí la entrada se produce por varios sitios porque son varios los dormideros que acoge. Las dos carreteras, tanto la Autovía A-5 como la de Peraleda, son excelentes para contemplarlas por el día y especialmente al amanecer. Es muy recomendable recorrer las dehesas y los regadíos que rodean a Peraleda, también en Talayuela, donde dan buena cuenta de los cultivos. Al anochecer son numerosos los puntos desde donde verlas pasar. De hecho, la zona del Tiétar puede acoger más de 15.000 grullas con entre el 30 o 60 por ciento en la parte cacereña.
En el Tiétar hay otros espacios como la laguna natural Palancoso, pero no tienen accesos por carretera y el visitante ocasional tendrá dificultad para abrirse paso por entre los charcos y, en ocasiones, en fincas privadas.
Existen, no obstante, empresas especializadas que ofrecen rutas guiadas dado el tirón turístico de esta afición para la que no se necesitan observatorios como tales, sino echarse al campo y los citados son los lugares donde no fallar. La visión lo merece y que las grullas hayan atravesado Europa entera desde los países del norte para invernar entre nosotros, ¿merece o no merece desplazarse solo unos pocos kilómetros para verlas?
Imagen cortesía de Andrés Bernal
Publicado en septiembre de 2014