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Por qué leer Marcovaldo

No sólo de novedades vive el lector. Es más, el panorama de novedades editoriales es tan vasto y está tan poblado de trampas, de fuegos de artificio para llamar nuestra atención hacia lecturas sin sustancia ni interés, que a menudo lo más saludable es olvidarse de escaparates y suplementos culturales, de autores de renombre u operaciones rescate de evidente interés comercial, y darse un paseo por las siempre frescas, siempre modernas páginas de algún clásico. El escritor italiano Italo Calvino nos dio en uno de sus libros sobradas razones para hacerlo. Él mismo es, desde hace años y por méritos propios, un clásico, y creo que nadie a quien de verdad le guste la Literatura debería dejar de leer Las ciudades invisibles, la trilogía Nuestros antepasados (El barón rampante, El caballero inexistente, El vizconde demediado), su sabrosa recopilación de Cuentos italianos o, si le interesa además el quehacer literario, sus célebres Seis propuestas para el próximo milenio. Sin embargo, hoy me gustaría fijar la atención en una obra seguramente menor, Marcovaldo o Las estaciones en la ciudad, publicado en 1963 por la editorial Eunaudi en una colección libros infantiles. El librito cuenta las peripecias de Marcovaldo, un humilde obrero industrial con mujer y seis hijos incapaz, pese a sus muchos años de vida urbana, de olvidar sus orígenes rurales. A lo largo de los veinte breves episodios que componen la obra, las estaciones se irán sucediendo de forma ordenada en una ciudad a la que la Naturaleza no siempre llega de forma fácil, y en cada una de ellas podemos disfrutar viendo a su protagonista aguzar el ingenio para dar de comer a su familia, para curarla de los rigores del reúma o para disfrutar de los escasos placeres naturales que logran florecer entre el asfalto. Marcovaldo es un personaje inocente, hasta cuando tratar de ser codicioso, que recuerda a nuestro Carpanta y también, aunque bastante menos ilustrado, a los Cándido de Voltaire o de Leonardo Sciascia, y las desventuras que protagoniza nos traen a menudo a la memoria esa alegre joya de lo que podríamos llamar “neorrealismo mágico” que es Milagro en Milán, de Vittorio de Sica (1951). Aunque Marcovaldo sea hijo de su tiempo, de las duras décadas del éxodo rural, la pobreza que, en buena medida, protagoniza el libro vuelve a estar de triste actualidad en nuestros tiempos de crisis, y estoy convencido, además, de que no ha pasado de moda y de que aún es capaz de arrancarnos, en cada episodio, más de una tierna sonrisa. Por eso el plan VE de esta quincena es comprar o tomar prestado Marcovaldo, dejar que se haga fuerte en la mesilla y leer cada noche, por orden, uno de sus simpáticos capítulos para soñar luego, al apagar la luz, que todavía es posible, en este mundo gris y enrevesado, un poco de inocencia y de verdura.

marcovaldofoto

 

 

 

Marcovaldo o Las estaciones en la ciudad

Italo Calvino

Editorial Siruela

13,90 euros

 

Publicado: 19 diciembre 2014

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