
Si el viajero que recorre las retorcidas sendas busca aquellas más mágicas y legendarias de la comarca jurdana, debe recalar por fuerza en el pueblo de El Pino, el que fue y sigue siendo cabeza del antiguo concejo de Lo Franqueado y que se erigió en el primero de todas Las Hurdes que consiguió zafarse del encorsetamiento señorial de Granadilla (la antigua y medieval Granada, hoy despoblado al que lamen las aguas del Alagón).

Parar en Pinofranqueado y no visitar el bar “Lola” para tomarse un “ciriguay” es dejar la visita a medias, inconclusa. Fue Lola Gómez de Cáceres la que puso en circulación esta bebida, inventada por ella y que es de obligado cumplimiento meterse un copazo entre pecho y espaldas por todo viajero que se precie. Lola, con su sombrero de paño y su tamboril colgado del antebrazo, no solo fue la que regentó durante muchos años el bar que lleva su nombre, situado en la plaza del pueblo, sino que era una auténtica animadora de la concurrida clientela. Simpática, dichararecha, extrovertida, genio y figura, dejaba sentir el gran peso de su humanidad allá donde quiera que se encontraba. Humanidad en el sentido de su robusta fortaleza y en aquel otro de mujer luchadora, defensora de los derechos de su sexo, solidaria con las más desfavorecidos, trayéndonos recuerdos de ciertas heroínas de Mujeres Libres o Mujeres Libertarias.
Hija predilecta

Lola fue madre soltera y siempre llevó la cara muy alta. Cofundadora y, luego, presidenta de la asociación de mujeres “Los Pinos”. Organizadora de mil eventos, colaborando estrechamente con los cientos de jóvenes que llegaban de campamento a Pinofranqueado, como aquellos que ondeaban las banderas del padre Pacífico o de Natura-2000. Y siempre, eternamente siempre, su tierra de Las Hurdes dando vueltas por su cabeza, aprovechando cualquier resquicio para promocionar la mágica belleza de estos angostos valles y embravecidas montañas.
Pero Lola se nos fue el pasado 4 de septiembre. La guadañó la parca cuando corrían sus 57 primaveras. La gente exigió que fuera nombrada hija predilecta de Pinofranqueado. Y así sucedió en una sesión extraordinaria del ayuntamiento del lugar, con total unanimidad de la corporación municipal. El pasado sábado, día 1 de noviembre, se le rindió un homenaje, descubriéndose una placa en su memoria en el frontispicio de su bar. Hubo cálidas palabras y muchos párpados humedecidos.

Lola ya ha pasado a formar parte de las virtuosas leyendas de Las Hurdes. Nos embarga su recuerdo, tan rico en humanidades y tan envuelto en la honesta lucha por estas tierras de las que otros, gente foránea y mal intencionada, dejaron caer aviesos comentarios. Por ello, cuando el viajero llegue al pueblo de El Pino, se detendrá ante el bar “Lola”, alzará la vista hacia arriba y leerá con detenimiento y devoción los renglones de la placa: “Lola Gómez de Cáceres. Hija predilecta de Pinofranqueado: Se fue dejándonos el ejemplo de sus virtudes, la bondad de su corazón, la pasión por su tierra y sus gentes. Pinofranqueado, 1 de noviembre de 2014”. Luego, penetrará en la taberna y pedirá un “ciriguay”. Seguro que escuchará el eco del tamboril que tocaba Lola y su sombrero de paño sobrevolará y bailará, como alma buena y errante, por encima de las cabezas de la clientela, marcándose una “charrá”, una “jaba” o un “picau jurdanu”.