
Finalizada la temporada estival, metidos de pata en el otoño, La Vera, como una alternativa propia de estas fechas, se nos ofrece con sus paisajes como el espacio ideal para “practicar el senderismo”; ya sabe, recorrer las rutas que cruzan la comarca, en este tiempo tapizadas de hojas doradas.
Desviándonos por tanto del asfalto alquitranado o las pistas de tierra, a pie o a caballo, descubrimos paisajes incógnitos y mágicos, gargantas de aguas claras y cantarinas que nos sorprenden entre la frondosidad de los avellanos o los castaños, y sosegadores páramos de bosques de robles y prados verdes de pastos tiernos entre los que discurren hilos plateados de arroyos cantarines… Por otra parte, acompaña al caminante una vegetación singular de productos típicos entre los que destacan los árboles frutales de esta época: el membrillo, la higuera, la granada, la uva, la nuez, la castaña, la seta… una sorpresa continuada que escapa de las márgenes de la carretera.

Entre estas rutas, aparte de las paisajísticas, figuran las más famosas, como la de Carlos V desde Tornavacas a Jarandilla; o la del Emperador, de Jarandilla a Yuste, último viaje oficial del monarca antes de su muerte; o la del Refugio de Guijo que a partir de esta población se adentra en la misma sierra hasta la ermita de la Virgen de las Nieves; o la de la Serrana de la Vera, desde Garganta la Olla hasta la supuesta y mítica cueva de la moza despechada y sus macabras acciones, y otras con nombres tan sugerentes como la ruta de los Estraperlistas, de la Magdalena, etc., a las que podíamos añadir, según el interés, las de cometido distinto, como la gastronómica, la monumental, la de los museos o la de los charcos, etc.

Onda Cero Radio, de Navalmoral ha editado hace poco una guía de charcos naturales veratos (piscinas naturales) enmarcados en las cuarenta y seis gargantas que jalonan y recorren los municipios de los diecinueve pueblos de la comarca. Todo un acierto, ya que llega a reunir un total de treinta y cinco charcos o piscinas naturales situadas sobre la geografía verata, con sus nombres populares, entre las que recordamos los ya conocidos como la piscina del Lago de Alonso Vega de Jaraíz, el Trabuquete de Guijo de Santa Bárbara, o las Pilas de Collado, otras con nombres casi mágicos como Pozo de la Bruja, Calambuco, Gachapo, Cardenillo, etc.
En este marco de senderos, yo dispongo de una Guía de Rutas Tradicionales de la Vera a punto de caramelo (ocho o nueve por cada población) con las características descriptivas para orientar al senderista: su longitud, el tiempo que se puede tardar, el grado de dificultad, etc. que espera tiempos de recursos económicos mejores para su edición.
De todas formas, el viajante o turista, senderista o jinete, puede consultar y enterarse del variado abanico de estas rutas de la Vera que, sin duda, por su hermosura, su color y su magia, son una sorpresa de continuo en su andadura.