Aprovechando la extraña y maravillosa circunstancia vivida hace unos días en Plasencia, la grabación simultánea de dos películas: Garantía Personal (de la que hablaremos más detenidamente en otra ocasión) y Chronicón Z, voy tratar el subgénero cinematográfico del que trata esta última: los zombis.
Después de “dar vida” al no-muerto más famoso, Drácula, Béla Lugosi protagonizó la primera película de zombis de la historia, White zombie (La legión de los hombres sin alma) en 1932. Pero estos primeros muertos vivientes eran muy distintos a la idea que tenemos ahora, eran personas esclavizadas mediante un rito vudú. Todas las que trataron el tema continuaron por esa trama hasta que en 1968 George A. Romero reinventó el género con La noche de los muertos vivientes, rodada en blanco y negro y con escaso presupuesto convertía a los zombis en una plaga que busca alimentarse de los seres vivos.
Los zombis son seres lentos (al menos entonces, hoy casi podrían participar en los juegos olímpicos) y poco inteligentes ¿por qué nos dan tanto miedo entonces? Es verdad que suelen moverse en grupos muy numerosos, pero lo peor de todo es que si caemos en sus podridas manos y tras una muerte horrenda nos convertimos en uno de ellos. Además se nos plantea el dilema de cual sería nuestra reacción si nos encontramos cara a cara con un ser querido convertido en zombi. ¿Le volaríamos la cabeza? ¿o nos dejaríamos comer vivos?
Otra característica del cine zombi es la crítica social. Si bien George Romero negaba que la hubiera buscado en su primera incursión en el género, lo cierto es que ahí está (tan solo hay que recordar (o ver) el impactante final) y marcó tendencia. La metáfora del muerto en vida, los zombis yendo a comprar al centro comercial, el hecho de que muchas veces sean más peligrosos los vivos que los muertos y las poco éticas actuaciones de los gobiernos y empresas escondidas tras kilos de vísceras y litros de sangre. Redondean el maravilloso mundo de los muertos que vuelven de sus tumbas.
Película recomendada (para los que les gustan las comedias que no saben que son comedias): Rocky IV