“Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer jugando con las flores de mi jardín… “Madrugar, veraneando, la mayoría de las veces se hace difícil,
especialmente en el mes de agosto. Hoy, por ejemplo, cuando por fin he podido abrir la ventana, era ya cerca del mediodía. Los geranios y las buganvillas, solazándose en esas sus mejores horas, hasta parecieron haberse incomodado por mi intempestiva aparición.
Abajo, en el jardín, alguien jugaba con las flores y, de repente, me vino a la memoria aquella canción de Nacha Pop. Al tiempo, intenté recordar todo lo ocurrido la noche anterior. Mi cabeza aún daba vueltas. El lecho, todavía caliente y revuelto, me devolvió un poco la memoria.
Y es lo que tiene agosto, que sus días y sus noches son muy intensos en estas tierras nuestras. Con tanto veraneante, con tanto calor, con tanta fiesta aquí y allá –porque no hay pueblo que no tenga algo que celebrar-, se vive con auténtico frenesí. Y si te arrebata la noche, con la luna de agosto el arrebato es apoteósico. Y ocurren esas cosas que, aunque a la mañana siguiente, en el difícil despertar, no se recuerden, después, llegado el final del verano, se recordarán toda la vida. Es lo que tiene.
Las verbenas y fiestas se saltean por nuestros pueblos durante todo el mes. Hoy aquí y mañana allí, el abanico de posibilidades permite al veraneante disfrutar cada día, y especialmente cada noche, experiencias nuevas. Recorrer ámbitos diversos, además, nos atrapa y nos lleva a la irrefrenable búsqueda de paroxismos nuevos. Entramos en una dinámica casi adictiva. Hay que controlar un poco para no verse arrastrados en un torbellino de confusión. Si, además, sumamos las innumerables fiestas privadas en casas y jardines, o en las riberas y el campo, a las que cualquiera con ávida empatía puede incorporarse, nuestro campo de acción puede devenir en delirio. La gente extremeña, como todos sabemos, sabe vivir la vida y es espléndida a la hora de compartirla.
Una noche típica de agosto suele empezar después de una buena cena en cualquiera de los rincones mágicos de nuestro entorno. Y tenemos muchos para elegir y que enmarquen adecuadamente nuestros planes. O después de ver algún espectáculo u obra de teatro que, además de en Coria , Alcántara o Mérida, tengamos a nuestro alcance. Las verbenas, los conciertos, los espectáculos ecuestres o taurinos, etc. se prodigan generosamente por toda la zona durante este mes. Después, la velada se prolongará más allá de la medianoche a la medida de nuestros sueños y anhelos.
Así, por ende, “… un día cualquiera no sabes qué hora es…”