Bichos, insectos y gusarapos: esos seres que conviven con nosotros y que la mayoría de las veces nos producen rechazo, asco o repelús, e incluso hasta nos dan miedo.
Ellos también cumplen su misión en el ciclo vital de la sabia naturaleza y en verano están más presentes que nunca. Desde los dípteros, como moscas, mosquitos y tábanos, pasando por abejorros, avispas y abejas, mención especial para los arácnidos, las elegantes libélulas, los temibles murciélagos, los numerosos lagartos y lagartijas, las sinuosas culebras o las tan criticadas cucarachas hasta llegar a las domésticas hormigas.

Llega el verano al norte extremeño y ellos no cogen vacaciones, sino todo lo contrario, están en temporada alta y a pleno rendimiento. En ocasiones, estos incómodos visitantes acaban campando a sus anchas por nuestro hogar y en muchos casos, somos nosotros los últimos responsables. La contaminación y el abuso de pesticidas y plaguicidas están detrás de la alteración de los ecosistemas y en consecuencia de la proliferación de plagas de muchos de estos seres vivos.
Los ataques contra la naturaleza desembocan en desequilibrios entre las poblaciones de animales e insectos y aparecen especies resistentes a determinados insecticidas y se destruyen depredadores naturales de plagas.
Cada ser vivo tiene su sitio en el planeta Tierra. Si nos parasemos a pensar en la misión de todos estos bichitos, empezaríamos a verlos con mejores ojos, y sobre todo, empezaríamos a respetarlos.

Las moscas y los escarabajos excavadores son muy importantes en la eliminación de los cadáveres de los animales. Las coloridas y llamativas libélulas nos libran de moscas, de hormigas, abejas y avispas siempre y cuando sean de menor tamaño. Las abejas transforman el néctar de las flores en la riquísima miel; las arañas se alimentan de otros animales, fundamentalmente insectos, y controlan sus poblaciones.
La mayoría de los reptiles son carnívoros y por ello son capaces de eliminar muchas criaturas como insectos o pequeños roedores que representan una amenaza para los cultivos. También las serpientes ayudan en la disminución de pequeños mamíferos.
Sin lugar a dudas el mejor insecticida natural es el murciélago. Debido a sus hábitos nocturnos y a la asociación maligna a la que han estado vinculados en algunas culturas ha provocado que los hombres huyan de él. Los antepasados de Batman ayudan a controlar las plagas y son los principales depredadores de insectos voladores nocturnos.
Son algo más que bichos, son la garantía de que pertenecemos a un ecosistema, a un orden biológico, y tienen, al igual que nosotros, una función que cumplir en el medio ambiente.
