Una oferta para saborear esta tierra del norte extremeño
El comienzo de cualquier empresa, máxime en estos tiempos tan críticos, no deja de ser una incógnita, una aventura, un riesgo que a la postre puede resultar positiva o negativa. Pero ahí estamos. Si no afrontamos la realidad nunca podremos disfrutar de la satisfacción del éxito, si no emprendemos el camino, que conlleva el sacrificio y el esfuerzo (trabajo y economía son la mejor lotería), nunca lograremos alcanzar la meta, la cumbre desde la que se divisa la hermosura del paisaje.Me he lanzado, como don Quijote (lanza en ristre contra los imaginarios gigantes, molinos de viento, que se prodigan en nuestro país) con esta parrafada, tanto por el proyecto de Merche y Marian en sí, como por el espacio que me corresponde llenar a mí, después de una vida entre teclas de máquina de escribir o de ordenador, nuevo en estas lides de una revista dedicada al ocio, tiempo libre y turismo; aunque se trata de un tema que conozco: La Vera, “esa franja paradisíaca que –como decía José María Pereda– se extiende entre los coletazos occidentales de la sierra de Gredos y los del río Tiétar, en la Alta Extremadura”; o como mencionaba Fray Alonso Fernández en su libro de “Historia y Anales de la Ciudad y Obispado de Plasencia”, (aunque suene a tópico): “La Vera es uno de los sitios más deleitables, amenos y fértiles, que hay en España y aun en Europa y Asia. Y si los griegos creyeron que en Hispania se encontraban los Campos Elíseos, a ninguna tierra se podía atribuir con mayor fundamento, que La Vera…” Pero tendremos tiempo de repasar estas y otras historias, lugares, leyendas, costumbres, calendario, etc. y la fama de lugar relajado como demostraron los Condes de Oropesa, ubicando en Jarandilla su palacio de verano, los jesuitas de Plasencia escogiendo el Convento de la Magdalena de Jaraíz para sus vacaciones de estío, o el mismo Carlos V para reposar y finar los días de su vida en Yuste.
No caben por tanto aquí, en estas páginas de planVE, la guía de ocio del Norte de Extremadura, la crítica acerba, la denuncia recriminatoria o la inducción ideológica sino la pura y llana oferta para el esparcimiento y el disfrute de esta tierra del norte extremeño, que, quizás por cercana, muchas veces se diluye y pasa desapercibida, sin paladearse su buen sabor. Y de ahí que se me haya ocurrido como el título genérico de mi sección “Bitácora verata”.
La oferta de Merche y Marian me viene precisamente ahora, cuando, dejando el testigo del relevo, (pues acabo de renunciar a la dirección de la revista cultural de la Comarca de la Vera y anteriormente al Periódico de la Vera y a La Crónica de la Comarca de la Vera, una andadura que inicié apenas volver a la tierra hace ahora cerca de un cuarto de siglo). Y lo he aceptado porque va a ser para mí el cordón umbilical que me vincule al mundo de la información y me sirva, como suele decirse “para matar el gusanillo” del periodismo que llevo dentro, aunque continúe con mis libros.
Bueno, pues eso, que nos seguiremos viendo, comentando desde mi bitácora personal cuanto haya o surja de interés en La Vera.
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