La comarca del Valle del Alagón puede presumir de tener uno de los ecosistemas tradicionales creados por el hombre mejor conservado: su dehesa. De hecho, este entorno natural sirve de escenario para numerosas actividades lúdicas y culturales que desde hace diez años se organizan durante la primavera. Nació como un sistema agroforestal donde criar el ganado (vacuno, ovino o porcino) y a día de hoy se ha convertido también en un plus medioambiental que invita al senderista a adentrarse en sus secretos. Cualquier época del año puede ofrecernos numerosos atractivos, pero es quizás la primavera, por convertirse en una explosión de la vida, uno de los momentos de mayor esplendor de la madre naturaleza. Para visitar y descubrir la dehesa debemos partir de la premisa de que no se trata de un zoológico ni un parque botánico, es la naturaleza en estado puro. El primer consejo es tener los cinco sentidos alerta y no perder detalle, porque en un abrir y cerrar de ojos podemos perdernos verdaderas joyas. Esta atención también debe estar sobre nuestros pies: podemos pisar un lirio o una orquídea silvestre (como la serapia lengua). Si observamos bien puede que encontremos la madriguera de un tejón, a una curiosa liebre común o el rastro que ha dejado el gratificante baño de fango para una familia de jabalíes. Pasito a paso, disfrutando de olores y sonidos, no está de más que alcemos la vista. Las copas de las encinas, alcornoques y robles albergan un estatus superior, el de las aves. Es la dehesa cacereña uno de esos rincones que nada tiene que envidiar a un parque nacional: una cría de ratonero común emprendiendo su primer vuelo, una reyerta de altura entre cucos y gorriones, una avispada gineta al acecho de su almuerzo entre ramas y nidos o el vuelo multicolor del abejaruco. Los habitantes de las vegas del Alagón son conscientes de este paraíso terrenal. En los últimos años la dehesa se ha convertido en lugar de entrenamiento para atletas, en recorrido de rutas a bicicleta o a caballo, en punto de encuentro para improvisar una merienda campestre o en una quedada nocturna para observar las estrellas. Una invitación para conocer la dehesa extremeña es una de las mejores cartas de presentación de una comarca que guarda grandes secretos en su interior. Como espectadores de una perfecta función debemos cuidar, respetar y preservar la dehesa. No está de más recordar que no debemos dejar residuos ni basura ni molestar ni alterar la flora y de la fauna del entorno. ¡Disfruten del paseo!
Junio 6, 2014