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Historia de un circo ambulante

Se dice que una vez, hace no muchos años, un circo ambulante se acercó a una pequeña aldea de Campo Arañuelo, y a uno de los vecinos le preguntó si sabía dónde quedaba Toril. Sorprendidos se quedaron los circenses cuando el vecino, riendo, les contesto que justo delante de ellos. Pero el Toril que ellos recordaban era una localidad más grande que la que allí encontraban, recordaban un gran pueblo lleno de vida, con una gran iglesia y con una población mucho más grande que la que allí veían. No les cuadraba el lugar, no era lo que, en la foto que portaban, allí veian. Finalmente el circo siguió su camino al siguiente pueblo, dejando atrás Toril, bajo la duda de si se habrían equivocado o el vecino estaba en lo cierto.

Toril es una de esas localidades remotas, que pocas personas tienen en su memoria, y que solo las carreteras comarcales y algún que otro camino recuerdan como llegar a ellas. Llegar a Toril significa algo así como viajar a las antiguas pequeñas aldeas que se encontraban en medio de la dehesa. Donde se sentía el olor a carbón de las carboneras. Donde se escuchaba el sonido de la sierra al cortar la encina. Donde se veia a los pastores caminar con el ganado.

La historia del comienzo la escuché hace no mucho tiempo, y aun no se si es cierta o no. Tal vez nunca lo llegue a saber, aunque existen datos que le pueden dar veracidad a este pequeño relato. Como por ejemplo que en la decada de 1960 la localidad llegó a tener 775 habitantes. O esa gran iglesia que recibe a todo aquel que pase por allí, desproporcionada para una población de tan pocos habitantes. Igual que, tal vez, el hecho de que no existan arboles en las proximidades de Toril nos lleve a pensar fue un terreno antes sembrado de casas.

La historia final que resume todo, y que los aldeanos que aun recuerdan algo cuentan, es la de que las fincas colindantes mediante pleitos fueron ganando terreno poco a poco hasta llegar a reducir el pueblo a lo que hoy nos encontramos, quedando excasos metros cuadrados de terreno público.¿Verdad o leyenda? Eso queda en las manos de cada lector.

Hoy en día  únicamente 37 personas habitan las calles de la aldea, a pesar de que si nos acercamos veremos por las calles sobre todo a los cuatro niños que en este pueblo viven. Pero si no os apetece acercaros a ver sus calles, sino que sois amantes de la naturaleza, también se puede pasar a visitar el Centro de Interpretación de la Biosfera; Pórtico de Monfragüe, donde encontramos un lugar de culto a las antiguas tradiciones y modos de vida de la dehesa. También podemos encontrar información sobre el entorno. Lugares de gran importancia biológica en los que aquellos amantes de la ornitología encontrarán su lugar. Toril es un lugar que visitar, una puerta a Monfragüe que todos alguna vez debemos cruzar.

Lee más de David G. Ferreiro:

El abanico de Extremadura

 

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